Buenos días a
Os invitamos a asistir de manera virtual a las jornadas que hemos organizado para analizar el desarrollo de nuevos modelos residenciales que fomenten el bienestar y la calidad de vida de las personas mayores.
La primera mesa redonda online tendrá lugar el próximo jueves, 25 de febrero, a las 17:00 horas. Nos acompañarán:
- Paula María Álvarez Herrera, directora general de Gestión de Derechos Sociales del Principado de Asturias
- José Ricardo Jauregui, presidente de la International Association of Gerontology and Geriatrics
- Heitor García Lantarón, responsable de diseño arquitectónico en la Fundación Matia
(La sesión comenzará el jueves 25 de febrero a las 17 horas en Zoom y fLive
Puedes acceder desde este enlace
https://us02web.zoom.us/j/
(La sesión comenzará en la fecha y hora indicadas. Si no tienes descargado el programa Zoom, pincha aquí)
¡Te esperamos!
La demencia tiende a aislar al que la padece, confinándole a un estado de soledad interna difícil de franquear muchas veces. La actitud que los cuidadores tomen respecto al enfermo puede prevenir este sentimiento en gran medida. Discutir, preguntar o saludar son fórmulas de interrelación con nuestro entorno que debemos seguir practicando con la persona demenciada y para las cuales no se necesita un momento concreto, sino que debe ser una actitud. Fomentar la confianza, es dejar un canal de comunicación siempre abierto (que cuenten con nosotros para que nos puedan contar, demandar,…). Y por último, ofrecer consuelo, como paliativo de la soledad instaurada, pues aún cuando no la podamos evitar sí la podemos aliviar.
Se dice que el sublimar recuerdos gratificantes (de la niñez, especialmente) permite afrontar las dificultades de la vida, incluidas las más tardías. Es recomendable la terapia de reminiscencia, con el repaso de vivencias agradables junto al paciente, ya sean habladas o apoyadas en objetos, fotografías, música, etc.. Las posibilidades de contacto que la evocación provoca en la mente de la persona nos acerca a un trato más humanizado y, por tanto, más completo. De este modo, lo que aparece como síntoma (rememorar el pasado) puede ser como un instrumento paliativo y reconfortante dentro del esquema sentimental del paciente, que se parapeta en recuerdos (“las batallitas”) como “anestésico” ante la realidad del presente. Porque, como ha sido dicho: “Los hombres no somos cuentas, sino cuentos”
Lo expuesto hasta ahora, forma parte de una visión paliativa e integral del manejo del paciente afectado por la demencia. En un intento de concreción señalaremos algunas estrategias básicas en el abordaje emocional y conductual de este tipo de enfermos, según sea su incidencia en las distintas fases del síndrome, lo que puede orientar a los cuidadores y equipo asistencial.
Las manifestaciones comportamentales en la primera fase de una demencia son de vital importancia para el cuidador y participantes en el plan de cuidados, pues el nivel de conciencia suele estar aún preservado, con lo cual el paciente es consciente de poder dejar de serlo (miedo a “perder la cabeza”, percibido como una amenaza real y no como un “fantasma” de la vejez). Este pensamiento puede convertirse en perseverante y obsesivo, manifestándose de las siguientes formas:
Establecer un plan de cuidados preventivo respecto a la salud física y mental del cuidador, dado que este será durante mucho tiempo el soporte emocional y afectivo del enfermo.
Continuando con los consejos sobre el mantenimiento de la vida diaria con un enfermo de Alzheimer, hoy trataremos el uso de inodoro y la incontinencia, el lenguaje y la comunicación y el ejercicio físico.
Pueden perder la noción de cuando ir al baño, donde se encuentra el inodoro o cómo usarlo. Estas reacciones no son deliberadas, ni las hace con mala intención. Tener en cuenta que con la supervisión, se pierde uno de los aspectos más valiosos de la persona: la intimidad y se afecta el pudor.
El uso del inodoro es un proceso que implica una serie de acciones que se pueden olvidar fácilmente. La incontinencia es común entre las personas con Enfermedad de Alzheimer, especialmente en las últimas etapas de la enfermedad. Hay que establecer horarios y seguir el mismo orden de secuencias. Recordar la necesidad de orinar cada 2 horas y en momentos especiales: al levantarse, después de las comidas, al acostarse, etc. Es aconsejable:
• Las ropas deben ser holgadas, anchas, cómodas y fáciles de quitar.
• Indicar la situación y acceso al cuarto de baño con dibujos indicativos en la puerta colocados a la altura de los ojos.
• Disminuir la ingesta de líquidos antes de acostarse.
• Cuando utilizan pañal, mantenerlo limpio y seco, para evitar riesgos de infecciones o lesiones cutáneas.
A medida que la enfermedad progresa, la comunicación se hace más difícil y sería útil:
• Asegurarse de que la persona oye y ve correctamente.
• Saber escuchar y ser receptivos a cualquier intento que hagan de comunicarse.
• Hablarles claro, despacio, a la altura de los ojos y lentamente.
• Tocarles suavemente para advertirles de que queremos hablar con él.
• Hacer gestos sencillos mientras hablamos.
• Demostrarles cariño, acariciándolos, es una buena manera de trasmitirles seguridad.
• Ser flexibles, adaptarnos a sus necesidades y ritmos.
• Es importante hacerle participar en conversaciones que él pueda seguir.
• Ante preguntas o explicaciones sin sentido, evitar la discusión. Es mejor disuadirle y cambiar de tema o bien seguirle la corriente, pero sin añadir elementos que puedan confundirlo más o estructurarle en su error.
• Prestar atención al lenguaje corporal del enfermo. Las personas que tienen el habla deteriorada se comunican a través de formas no verbales.
• Nunca se debe hacer:
- Discutir y dar ordenes. Recordar que esta enfermedad afecta a la memoria y capacidad mental de pensar con lógica.
- Decirle que es lo que no puede hacer. Es mejor decirles las cosa en positivo que en negativo.
- Utilizar un tono paternalista o infantilizado, pues despertará sentimientos de inutilidad, rabia y frustración.
Los enfermos de Alzheimer necesitan realizar actividad y ejercicio ya que les proporciona sentido de participación, bienestar, etc. Se ha observado que estas personas están más tranquilas cuando realizan ejercicio físico. De esta forma, las funciones motoras tardan más en deteriorarse y también mejora la calidad del sueño nocturno. El ejercicio físico les sirve para eliminar tensiones.
Realizar actividades aparentemente simples, como tareas domésticas sencillas, levantarse de una silla, con o sin ayuda de los brazos una vez, o dos, etc., en el exterior, caminar, pasear, etc. Si no puede caminar, hacer ejercicios en cama o sillón, o incorporarse a grupos de gimnasia o fisioterapia preventiva.
En fases avanzadas de la EA, el cuidador principal, asesorado por los profesionales, debe conocer las actividades a realizar y los riesgos a evitar. Siempre se debe luchar por mantener todas las capacidades existentes e intentar mejorar las que sean susceptibles de ello.
Si es capaz de moverse, se le estimulará a que lo haga, dándole la ayuda que precise, pero sin suplir sus capacidades. Cuando esté encamado le estimularemos a que colabore en los cambios posturales, así como en su higiene y cambios de ropa. Dándole órdenes sencillas, con frases cortas y claras. Le sentaremos siempre que se pueda, prolongando progresivamente el tiempo de sedestación.
A medida que avanza la enfermedad, empiezan a tener dificultades para realizar las ABVD, siendo en estos casos aconsejable:
• Procurar que mantenga una rutina de actividades fijas.
• Su vida ha de ser lo más previsible posible, la rutina diaria es segura y cómoda. Los cambios repentinos de horarios y actuaciones pueden provocar reacciones catastróficas. Planear su vida cuanto sea posible.
• La capacidad de discernir está seriamente afectada en la EA, por tanto simplificarles las tareas y disminuir el abanico de posibilidades de elección.
• Limitarnos a supervisar y sólo ayudar cuando sea necesario.
• Puede olvidarse de ir al baño, o de cómo hacerlo o bien considerarlo no necesario. Respetar la dignidad de la persona al ofrecerle ayuda.
• Mantener la rutina anterior del aseo, en todo lo que sea posible.
• Tratar que el baño sea un momento placentero.
• No obligarle a realizarlo cuando no quiera e intentarlo más tarde.
• Tener en cuenta la seguridad.
En este artículos vamos a centrarnos en consejos orientados a la hora de vestir y de la comida.
Es una ABVD de pérdida precoz en la EA. Empiezan a tener dificultades para arreglarse solos en las fases intermedias de la enfermedad, se olvidan de cómo vestirse, pueden no reconocer la necesidad de cambiarse de ropa, no la saben encontrar, etc. Abotonarse, subir o bajar una cremallera y escoger qué ponerse o quitarse puede ser una actividad desconocida y novedosa para muchos de ellos. La rutina en estas actividades, adquiere también importancia en este tipo de pacientes.
Es recomendable:
• Colocarles la ropa en el orden que tienen que ponérsela y si es necesario recordarles paso a paso como tienen que vestirse. Planear el acto de vestir con tiempo suficiente, que no haya presión o prisa.
• Limitarnos a supervisar y ayudar sólo cuando sea necesario, para conseguir que tenga independencia al vestirse el mayor tiempo posible. Dar instrucciones claras para realizar el acto de vestir paso a paso.
• Recordarles que se tienen que cambiar de ropa y orientarles para que se pongan la adecuada.
• Permítale escoger entre una selección limitada de prendas. Si tiene una ropa favorita, considere comprarle varios juegos idénticos.
• Si no es capaz de seleccionar la ropa adecuada a la estación, sólo tenerle disponible la ropa necesaria para la temporada en curso.
• Escoger ropa cómoda, fácil de poner y quitar y fácil de mantener. Los elásticos en la cintura y los cierres de “velcro”, disminuyen las dificultades con respecto a los botones y cremalleras. Evitar la ropa difícil de poner y con cierres complicados.
Suelen olvidar si ya comieron, cómo usar los cubiertos…, y en las últimas etapas aparecerán problemas físicos como dificultades para masticar o tragar (disfagia orofaríngea) y finalmente tendrá que ser alimentado.
Se recomienda:
• Hacerles participar activamente en la preparación de la comida: estimula la memoria, el lenguaje y la actividad manual.
• Mantener el horario de comidas, sentarle en el mismo lugar, disponer la mesa del mismo modo y colocar sólo lo imprescindible.
• Hacer del acto un evento agradable, crear un ambiente de calma que permita eliminar la ansiedad y el rechazo. Evitar la confusión, disminuir las distracciones, ruidos y movimientos bruscos.
• Hacer uso positivo de las distracciones. Si se resiste a comer, tome su tiempo involucrándola en otra actividad y volver al acto de comer posteriormente.
• Recordarle como comer e incluso hacerlo nosotros delante de él, puede funcionar la imitación. Dar instrucciones simples y comprensibles. Ejemplo: “Levanta el tenedor, pon un poca de comida así, ahora, llévalo a tu boca”. Tener paciencia. No criticar los hábitos de comer ni apresurar a hacerlo rápido. Los mensajes claros, concretos y con tono suave facilitan la comprensión. Si hay que repetir la orden, utilizar las mismas palabras con consistencia.
• Explicarle que debe masticar y pasar los alimentos suavemente. La postura para una correcta alimentación es sentado derecho, con la cabeza ligeramente hacia delante.
• No mezclar texturas, utilizar textura homogénea para evitar atragantamientos.
• Tener cuidado con la temperatura de los alimentos, ya que no distinguen entre frío o calor y pueden quemarse la boca.
• Evitar los platos y manteles con diseños que podrían confundir y distraer a la persona. Utilizar platos hondos. Debe haber contraste que identifique bien el plato y el vaso. Servir los platos de comida por separado, uno por uno. Usar tazas y vasos con asas de soporte y superficies no resbaladizas, para evitar vertidos.
• Los cubiertos deben ser sencillos, adaptados a las limitaciones. En fases moderadas se les darán de uno en uno y posteriormente cuando no sepan utilizar los cubiertos se les permitirá comer con las manos o serán alimentados por el cuidador.
Estamos asistiendo a un bombardeo incesante de noticias relacionadas con las residencias de personas mayores. La mayoría de ellas, trasladan a la sociedad una visión negativa de las mismas. Me parece que no es lo más idóneo ofrecer un juicio de valor de una realidad que no se conoce en profundidad. La generalización alimenta desconfianzas y no ofrece soluciones. Es preciso recordar que las personas mayores que viven en las residencias son, en un porcentaje muy elevado, frágiles. En ellas, la presentación de la enfermedad en no pocas ocasiones es atípica y sus patologías crónicas pueden desestabilizarse fácilmente.
Aunque soy un firme defensor de que el modelo residencial ha de cambiar, también soy conocedor de que con el desempeño de las y los profesionales que trabajan en las residencias, la vida de muchas personas es digna de ser vivida. Mi relación profesional desde hace ya más de veintitrés años, así como mi experiencia docente como colaborador en el Postgrado Universitario en Gerontología de la Universidad de Oviedo, en los Cursos de humanización, ética y atención centrada en la persona del Instituto Asturiano de Administraciones Públicas Adolfo Posada y con Centros de formación privada, me faculta para poder decir en voz alta que la pre-ocupación por el ser humano vulnerable constituye el elemento fundamental sobre el que se sustenta la atención profesional en las residencias.
Si rechazamos que los alojamientos para personas mayores sean exclusivamente centros hoteleros, en los que las personas tengan cubiertas sus necesidades básicas, también es necesario dejar muy claro que no podemos ni debemos pretender que las residencias se conviertan en centros sanitarios, y ello independientemente, de que estas organizaciones dispongan de profesionales de este sector. Desde esta consideración, entiendo que la función de la residencia no debe ceñirse exclusivamente a la prestación de alojamiento y de cuidados que mantengan a las personas aseadas, seguras y bien alimentadas. Como escribió el psicólogo humanista Abraham Maslow «es cierto que el hombre vive solamente para el pan, cuando no hay pan. Pero ¿qué ocurre con los deseos del hombre cuando hay un montón de pan y cuando tiene la tripa llena crónicamente?».
La Federación de Asociaciones de personas mayores de Cataluña hace unos años puso en marcha un proyecto para conocer la opinión de las personas mayores sobre la residencia en la que les gustaría vivir. La respuesta fue: “nos gustaría vivir donde vivimos ahora, pero somos conscientes de que puede llegar un momento en que no sea posible y necesitemos una residencia. Por eso, queremos saber en cuáles podremos vivir porque se respetan nuestros derechos y en qué otras nos tratarán bien, tendremos lo necesario, pero no seremos artífices de nuestra propia vida”. Pienso, que la residencia es un lugar para vivir y que la vida en ella debe resultar una experiencia positiva. Desde esta apreciación, el escenario de convivencia ha de preservar los derechos fundamentales de todo ser humano.
La atención de calidad en el cuidado ha de contemplar la dimensión biológica, psicológica, social, espiritual… Considerando a la persona como un ser multidimensional se puede vislumbrar que la respuesta ha de ser holística. Pero holístico no es solo ver al otro globalmente, sino que consiste en partir de la complejidad del ser humano. Esta respuesta integral y compleja únicamente puede ser ofrecida desde la colaboración de diferentes profesionales.
Afortunadamente, en muchos centros residenciales, la atención se ha y se está profesionalizando, de tal forma que hoy podemos decir, que la persona mayor que vive en una residencia es atendida por un grupo multiprofesional con alto grado de cualificación que trabajando desde la interdisciplinariedad, y en estrecha relación con los Servicios Sociales y Sanitarios comunitarios, es capaz de dar respuestas adecuadas a las demandas planteadas. Con el trabajo interdisciplinar, los diferentes profesionales se alejan de su certeza dogmática, para interesarse en la curiosidad constructiva. Es lo que el profesor Rodríguez Cabrero denomina “Intelectual colectivo”, es decir, la apertura a todos los saberes. Un aspecto especialmente importante, es que no debemos olvidar que la persona mayor y, si ese es su deseo, su familia, han de formar parte de ese equipo. ¡Cómo no!
El modelo imperante ha de transformarse hacia un nuevo paradigma que tenga muy presente que cada persona es única, con una identidad propia que ha ido forjando a lo largo de su vida. Precisamente, porque cada persona es distinta a las demás, deberemos rechazar procedimientos organizativos homogeneizantes, contraponiendo en su lugar el Modelo de Atención Integral y Centrado en la Persona (MAICP), en el que se especifican dos dimensiones en la atención: la integralidad y la personalización.
La pretensión ha de ser arrinconar la indiferenciación para dar paso a un talante cambiante que sea capaz de alterar el orden establecido en función de las preferencias y expectativas de cada individuo. El objetivo ha de ser ofrecer a la persona la oportunidad de elegir su forma de vida. De ello se deduce, que el modelo de atención ha de dar continuidad al proyecto de vida de cada ser humano.
Todas estas conceptualizaciones teóricas han de ser refrendadas en la práctica diaria, ya que si no fuera así, carecerían de valor. Debemos pasar de los pensamientos a los hechos, de la moralina a la moralita que decía Ortega y Gasset, para que el interés de la organización jamás esté por encima del de la persona. A partir de esta reflexión, la pregunta que debemos hacernos es obvia: ¿cómo hacer bien lo que es bueno para cada persona?
Cuando nos planteamos atender adecuadamente, el punto de partida ha de ser el de reconocer a la persona mayor como capaz, autónoma y responsable para gestionar su vida, y cuando esto no sea posible, esté representada desde sus valores. El respeto al principio de autonomía nos aleja del paternalismo, que consiste en decidir por y sobre el otro sin el otro, o sin tomar en consideración al otro. No obstante, no debemos olvidar que ningún ser humano es autosuficiente, sino que todos necesitamos a los demás para sobrevivir. Por ello, hemos de rechazar el autonomismo autosuficiente y aceptarnos como sujetos interdependientes.
Cuando la persona es lo importante, se desmitifican las costumbres arraigadas y se establece un equilibrio relacional entre el profesional (acompaña) y la persona residente que es al final la que decide. No obstante, para que la percepción de control, de dominio de la situación sea auténtica y efectiva, los arquetipos organizativos han de alejarse de procedimientos rígidos, encorsetados, uniformizantes y perennes, ya que lo que hoy es satisfactorio, mañana puede no serlo. Como nos enseña el neurólogo y psiquiatra austriaco Viktor Frankl “el sentido de la vida cambia de un hombre a otro, de un día a otro, de una hora a otra. Así pues, lo importante no es el sentido de la vida en términos generales, sino el significado de la vida en cada momento”.
Los razonamientos expuestos tratan de explicitar la necesidad del cambio de modelos de atención en las residencias de personas mayores. Tendremos que explorar los problemas, identificar los recursos y pasar a la acción. Mi opinión es que el cambio requiere poner a prueba las cosas que damos por supuestas y humildad para reconocer que podemos mejorar.
En conclusión, las residencias deben ser un lugar para vivir con dignidad, autonomía y libertad, en un ambiente que ofrezca la sensación de hogar, ya que si no se puede estar en casa, donde estemos queremos estar como en casa. Para conseguirlo, necesitamos nuevos diseños arquitectónicos, pero también novedosos esquemas organizativos que se fundamenten en la creencia de que la persona ha de ser el centro de la atención
Cuando me fijo en la “mirada” de las personas que me rodean, me doy cuenta de que ellos como yo mismo vivimos en tiempos de angustia, preocupación, miedo y sufrimiento. Pero sabéis, ¡este periodo de nuestras vidas pasará! ¿Quién no ha visto a las palmeras doblarse por el viento? Sabemos que los vientos huracanados hacen que las palmeras se doblen y agachen su copa, pero también que son capaces de recuperarse y elevar sus ramas al cielo. Sin duda, las palmeras son un ejemplo en el que los seres humanos podemos fijarnos para afrontar los avatares de la vida, para reconstruirnos y reinventarnos a la hora de desafiar las adversidades, porque como escribió el filósofo alemán F. Nietzsche “lo que no me destruye, me hace más fuerte.
Los seres humanos somos vulnerables, nadie es autosuficiente, sino que todos somos interdependientes. Hay épocas en nuestra vida en las que estamos necesitados de “recibir”. Nadie está libre de tener que precisar la ayuda de otro ser humano. Pero es que además somos vulnerables porque somos “generosos”. Este hecho incontestable adquiere mayor presencia en estos difíciles momentos. Trabajo diariamente, codo con codo, día a día, con profesionales que se vinculan y se acercan a las personas para poder ofrecerles respeto, compañía y el mayor bienestar posible. Pero también es cierto, que al acercarnos a las personas vulnerables nos damos cuenta de nuestra propia vulnerabilidad. Es entonces, cuando esa cercanía, generosidad y humanidad, nos llega con “emoción” de las propias personas mayores a las que prestamos ayuda. Su cariño, integridad, fortaleza y entusiasmo nos hacen crecer cada día como seres humanos.
Entiendo que la situación que nos está tocando vivir exige tener muy presente la “circunstancia” de cada persona. Ya lo decía el gran filósofo español Ortega y Gasset: “yo soy yo y mi circunstancia”, pero la frase continua “y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Y es precisamente esto lo decisivo de la frase, si quieres salvar al otro salva su circunstancia. Hoy muchas personas necesitan que las acompañemos para salvar su circunstancia. Y considerando que las personas somos únicas e irrepetibles, debemos llevar a cabo una atención que tenga en consideración la diversidad como punto de referencia, ya que no hay mayor injusticia que tratar igual lo diferente.
En ocasiones la vida nos plantea situaciones que a priori nos superan, sintiendo que no vamos a poder afrontarlas. El momento actual nos confronta con exigencias que nos pueden llevar al límite y nos hagan cuestionarnos si tendremos la fortaleza necesaria para continuar adelante. “En este punto, nos encontramos con dos caminos: “dejarnos vencer o sobreponernos y salir fortalecidos” (Bermejo, 2011).
Viktor Frankl, en su libro El hombre en busca de sentido escribe lo siguiente: “nos pueden quitar la libertad, pero no esa libertad que consiste en cómo vivimos lo que no podemos cambiar”, porque efectivamente, en un entorno lleno de desánimo seguimos siendo libres de nuestra repuesta personal. En fin, construyamos puentes de esperanza para que lo que todavía no es, pronto se convierta en realidad.
Dr. Eloy Ortiz Cachero . Director Residencia Sierra del Cuera
Fuentes:
Bermejo JC. (2011). Resiliencia: una mirada humanizadora al sufrimiento. Ed. PPC. Madrid.
Frankl V. (2015). El hombre en busca de sentido. Ed. Herder. Barcelona.
Continuando con la serie de artículos relacionados con la estimulación y el mantenimiento funcional, hoy hablamos sobre como debemos adecuar el hogar para el paciente.
Organizar el espacio para disminuir los riesgos de accidentes, facilitar el desarrollo de su vida diaria y facilitar la tarea del cuidador. Esto se debe hacer de forma gradual, evitando las transformaciones bruscas, que puedan acrecentar el sentimiento de inseguridad del enfermo. Las indicaciones que se ofrecen, siempre son orientativas y es el cuidador, quien, conociendo al paciente, el que las debe considerar y adaptar según el nivel de autonomía de éste.
Adecuación del espacio
• El espacio donde vive debe estar libre de muebles, objetos y adornos que puedan provocar caídas.
• Conservar los objetos de uso cotidiano siempre en el mismo sitio, para evitar la confusión.
• Utilizar carteles con dibujos sencillos para indicar su habitación, cama, cuarto de baño y flechas para señalizar los recorridos.
• Poner relojes y calendarios visibles para que se oriente en el tiempo
• Quitar los adornos y objetos que puedan desorientarlo.
• Instalar en el dormitorio una luz nocturna permanente para evitar caídas si se despierta durante la noche.
• Cubrir o quitar los espejos, pues el enfermo puede asustarse al ver su ima gen y no reconocerla.
• Quitar o fijar alfombras para evitar tropiezos.
• Evitar cables eléctricos que entorpezcan el paso, y crucen habitaciones.
Evitar riesgos y accidentes en cocina y baño
Hay que tener un cuidado especial en estas zonas de la casa, ya que suelen ser en las que más riesgo existe y mayor número de accidentes se producen.
• Evitar pavimentos resbaladizos, tener en cuenta que los suelos antideslizantes, pueden ser deslizantes si se derrama agua, aceite o talco.
• Situar los productos tóxicos y objetos punzantes fuera del alcance, bajo llave.
• Prestar atención a la llave del gas, y tenerla cerrada mientras no se cocina.
• Utilizar utensilios de plástico, son menos peligrosos y no se rompen.
• En el cuarto de baño son más aconsejables los grifos de dos salidas, ya que los identifican más fácilmente.
• Poner antideslizantes en el suelo de la ducha o bañera. La alfombra sólo debe ponerse en el momento de salir de la bañera y tienen que ser de material absorbente para evitar charcos.
• Instalar asideros de seguridad de material rugoso y colores llamativos.
• Cubrir los enchufes y evitar el acceso a los botiquines.
Existe una gran diversidad de comportamientos y síntomas en la Enfermedad de Alzheimer (EA). Actualmente no hay forma de predecir la progresión y cambios exactos que van a ocurrir. No obstante, sabemos que muchos de estos cambios constituirán un problema para quienes cuidan al enfermo. Por tanto, el conocimiento y la prevención son críticos para conseguir mantener la autonomía y reducir algunos riesgos en estos enfermos.
Las personas con EA tienen problemas de memoria e impedimentos cognoscitivos (dificultad para pensar y razonar). En ocasiones no tendrán capacidad para cuidar de si mismos. Pueden experimentar confusión, dificultades para seguir instrucciones, cambios de personalidad y comportamiento. Por ejemplo, pueden estar agitados, irritables o muy pasivos, en algunos casos deambular fuera del domicilio y perderse. Es posible que no vean la diferencia entre el día y la noche, y que se levanten, se vistan y salgan de la casa en medio de la noche, convencidos de que el día acaba de comenzar, etc.. Todas estas incapacidades son muy difíciles, no sólo para ellos, sino también para quien les cuida y sus seres queridos. Esta enfermedad provoca un deterioro de la calidad de vida del enfermo y de su entorno familiar, lo que conlleva grandes dificultades de convivencia
Cuidar a un paciente con demencia es un reto enorme. Se necesita tener paciencia, creatividad y conocimientos sobre la enfermedad, así ayudarán a mejorar la calidad de vida tanto de las personas a las que atienden como la propia. En la Enfermedad de Alzheimer, el tratamiento no farmacológico resulta de vital importancia.
Los enfermos de Alzheimer son especialmente sensibles al clima existente a su alrededor. Un entorno adaptado favorece su funcionamiento diario y el de su cuidador. La vivienda sin un grado mínimo de accesibilidad también puede ser sinónimo de aislamiento, inseguridad o malestar. Con las modificaciones se persigue aumentar la independencia, facilitar la realización de las Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD), aumentar la seguridad y prevenir accidentes.
Hay que adaptar el ambiente a las capacidades del enfermo y no al contrario.Se recomienda:
Crear un ambiente estable, sencillo y rutinario
• El entorno debe ser sencillo, estable y seguro para protegerlos, facilitar la autonomía y hacer más agradable su vida y la de sus cuidadores.
• Es importante que la casa sea sencilla y personal.
• No hacer cambios bruscos en su entorno.
• Las adaptaciones se deben hacer de forma progresiva, y siempre dándoles explicaciones sencillas.
• La rutina debe ser la base de sus actividades, ya que, puede contribuir a mantener e incluso mejorar las habilidades del enfermo de Alzheimer, dándole mayor seguridad y autonomía.
• Dejar siempre en el mismo lugar los objetos personales. Ambiente familiar
• Tener en lugares visibles fotos de familiares y lugares frecuentados.
• Mantener un tono de voz tranquilo, no discutir con el, ya que esto solo le causará confusión y tensión.
• Evitar sitios donde haya mucha gente o desconocidos, es necesario mantener un ambiente tranquilo que no les altere.
• El humor de las personas que le rodean tiene un efecto directo sobre el estado de ánimo del enfermo.
• Los objetos personales, recuerdos, les ayudan a saber quienes son y dónde están y permanecer en contacto con la realidad del día a día.
Adoptar una actitud positiva y adecuada que facilite la relación
• Tener en cuenta, que son personas con sentimientos y derechos.
• No hablar de él ante otras personas, mantener su dignidad. Su enfermedad les limita para comunicarse y por lo tanto para relacionarse con su entorno, sin embargo escuchan, sienten y pueden tener momentos de lucidez y lo que se diga o haga les puede alterar.
• Respetar sus costumbres y gustos.
• Tener paciencia, darles la oportunidad de hacer las cosas solos.
• No regañarles ni avergonzarles delante de otras personas.
Continuamos con ejemplos de ejericios para realizar con pacientes de Alzheimer
Existen diferentes tipos o clasificaciones de la memoria, de cara a planificar y definir nuestra intervención en esta área:
Memoria de Trabajo: nos dice en cada momento lo que estamos haciendo. Ejemplo: estamos cocinando y nos falta sal, bajamos a la despensa a por ella y en el camino suena el teléfono, es nuestro esposo/a, que nos da un recado. Al colgar el teléfono, bajamos a la despensa y… se nos olvida para qué hemos bajado?... Tras un rato inmóviles mirando toda la despensa, volvemos a la cocina y nada más llegar, nuestra memoria nos recuerda que necesitábamos la sal. Esta memoria, puede fallar cuando se sobre-utiliza con muchas “cosas que hacer”, de las que estar pendiente para no olvidarlas.
Con la edad falla también de forma natural, sin que medie patología, pero en la Enfermedad de Alzheimer, constituye uno de sus principales y precoces síntomas. Es distinto síntoma preguntar dos veces o tres la misma cosa, como si nunca se hubiese realizado la pregunta anterior, que preguntar nuevamente por la información que hemos olvidado.
¿Qué me dijiste que hay para comer? o ¿Cómo me has dicho que te llamas? Son preguntas que repetimos todos en alguna ocasión y que entran dentro de la normalidad, frente a la no retención inicial de nada, ni de la propia pregunta, síntoma éste muy característico también de la afectación de la memoria en la Enfermedad de Alzheimer.
Para trabajar la memoria de trabajo, crearemos ejercicios que fuercen al sujeto a mantener la instrucción o parte del ejercicio en su memoria mientras lo realiza:
• Reconocer palabras repetidas dentro de una larga lista
• Comparar 2 columnas de palabras y encontrar las repetidas en la segunda
• Tomar parejas de naipes o de fichas con dibujos similares, ponerlas boca abajo y permitir sólo levantar una carta cada vez, tras mirarla volver a colocarla boca abajo. El objetivo es recordar donde se encuentra la pareja de una carta que hemos visto antes al levantar su pareja por primera vez
• Búsqueda de un resultado aritmético dentro de una serie larga de números consecutivos. Ejemplo: “marca con un círculo los grupos de 2 números que sumen 7”
• Búsqueda de una determinada categoría de objetos (frutas, herramientas, profesiones, etc…) dentro de un gran listado de palabras
Memoria Episódica: tiene que ver con la memoria a largo plazo pero centrada en hechos o acontecimientos, generalmente con raíz o connotaciones emocionales. Nuestra biografía y los acontecimientos vividos se almacenan en ella sin que realicemos esfuerzo alguno, pero serán aquellos que repasemos y revivamos los que permanecerán. Confeccionar con ayuda de familiares, un libro de recuerdos, con fotos y anotaciones de hechos relevantes, ayudará a mantener la memoria y orientarle personalmente.
Memoria Semántica: almacena el recuerdo de las cosas y los conceptos, reconocer una calculadora y su función, conocer el mapa y las provincias españolas o las calles de nuestro barrio y sus comercios, saber el significado de las emociones, etc…Los ejercicios que podemos diseñar serán muy variados, en función del paciente. Desde repaso a la “cultura general” (según el nivel del sujeto) a la “cultura del día a día”, arte, poesía, descubrimientos… Sería como “volver al colegio” (de hecho, son muchos los que cariñosamente llaman a las aulas de estimulación, y a las actividades que realizamos con ellos “el cole”). Recordemos que la actividad que realicemos debería tener una parte importante de ejercicios de mantenimiento (aquellos que realice con facilidad, obteniendo un refuerzo interno y externo inmediato) y una parte menor, en torno al 20-25%, de ejercicios de estimulación (muy útiles pero que generarán frustración por la no consecución del éxito inmediato).
Esta área resulta afectada desde el inicio de la Enfermedad de Alzheimer, si bien, su manifestación no es tan evidente hasta fases posteriores. Los fallos suelen confundirse con problemas de ansiedad, con “olvidos seniles” normales, con respuestas o preguntas aprendidas para evitar contestar con alguna palabra que puede no pronunciarla o encontrarla con cierta fluidez o con múltiples excusas por parte del enfermo y/o de su familia.
Es importante comenzar por su mantenimiento en las fases iniciales, retrasando así problemas mayores que seguro aparecerán. El deterioro en esta área comienza por la dificultad en la comprensión de frases largas, la fluidez verbal también se resiente, generando pocas respuestas en categorizaciones, los contenidos y variación de las conversaciones se van alterando, seguir una conversación, terminar una idea y no perder el hilo estarán presentes como síntomas iniciales.
Se sugiere que en la comunicación evitemos frases largas, nos ayudemos del lenguaje no verbal, mantengamos toda su atención al comunicarnos y demos instrucciones cortas y sencillas. Son múltiples y variados los ejercicios que pueden realizarse para mejorar la fluidez verbal, entre ellos recomendamos:
• Escribir el mayor número de palabras que comiencen o terminen en...
• Palabras encadenadas por la última sílaba
• Escribir el mayor número posible de ciertas categorías: Frutas, alimentos, profesiones, ciudades, etc...
• Palabras incompletas, a las que le hemos quitado alguna letra o sílaba
• Palabras desordenadas, a las que le hemos “bailado” las letras
• Adivinanzas y refranes incompletos
• Dictados a diferentes velocidades
• Lectura en voz alta de palabras, frases sencillas, frases complejas y textos
• Repetición de frases y palabras de “baja frecuencia” de uso
• Seguimiento de órdenes e instrucciones
Hablar de estimulación y mantenimiento a nivel de funciones cerebrales es hablar de plasticidad del sistema nervioso o neuroplasticidad, término que hace referencia a la capacidad de nuestro Sistema Nervioso Central para crear y modificar conexiones neuronales durante toda nuestra vida con el fin, en ocasiones, de compensar ciertas pérdidas. La Sinaptogénesis, la Neuritogénesis y la Neurogénesis son los conceptos que hacen referencia a la creación tanto de nuevas conexiones, como de nuevas neuritas –axones o dendritas– e incluso, como apunta Martínez Lage J. M., a la creación de nuevas neuronas en la vida adulta.
Nuestro cerebro no es algo rígido e inmodificable, si así fuese ¿cómo explicaríamos los casos en que un problema vascular o una lesión dejó un tiempo a un paciente sin capacidad de expresar y/o comprender el lenguaje y, posteriormente, tras la rehabilitación precisa, ese paciente puede volver a hablar? Con la estimulación adecuada, nuestro cerebro crea nuevas conexiones neuronales, nuevas redes que ayudarán a no perder o a mantener, durante un tiempo, funciones superiores cuando una enfermedad como la Enfermedad de Alzheimer comience a destruir neuronas por millares. A continuación, se recogen las técnicas y ejercicios a realizar en personas con la Enfermedad de Alzheimer u otra demencia, para compensar las pérdidas neuronales y de funciones que presentan. Cuanto antes se comience, mayor efecto protector se creará, así mismo, comentar que la adecuada capacitación técnica del profesional que lleve a cabo la intervención, repercutirá en la obtención de mejores resultados.
A continuación proponemos una serie de ejercicios tipo, clasificados por áreas de estimulación, en base a los que poder crear un programa de estimulación y mantenimiento cognitivo.
La atención sería el paso previo al funcionamiento de nuestra memoria, sin una adecuada atención resulta imposible la adquisición y codificación posterior de nuevos conceptos.
En múltiples ocasiones, nosotros mismos confundimos los problemas de atención con los fallos de memoria, sin embargo ¿alguien recuerda exactamente como es su reloj?. Piénselo un momento, ¿tiene números o rayas?, ¿los números son romanos?, ¿le falta alguno?. La mayoría de las personas que aciertan a esta pregunta es por que su reloj tiene todos los números y, ésta es la respuesta más frecuentemente contestada, pero seguro que si su reloj no es así, le habrá costado mucho acertar. Sin embargo, ¿cuántas veces ha mirado usted su reloj desde que lo tiene? La respuesta puede ser miles de veces, entonces ¿no se acuerda?. Usted responderá que no se fijó, pese a verlo miles de veces.
La atención es un proceso que puede y debe trabajarse, un proceso que de mejorar, mejorará también nuestra memoria y los ejercicios para mejorarla suelen ser reforzantes y amenos. Generalmente, para la estimulación y mantenimiento de esta función suelen emplearse:
• Ejercicios de búsquedas de elementos incluidos dentro de otros similares: figuras, letras, números, resultado de operaciones aritméticas, símbolos, etc… Este tipo de ejercicios, sirve además para estimular la Memoria de Trabajo, muy afectada en la Enfermedad de Alzheimer en fases iniciales y moderadas.
• Comparaciones entre un original y una copia: búsquedas de errores.
• Detección de diferentes tipos de errores lógicos, trabajando el razonamiento.
• Ejercicios de observación de detalles en láminas: descripción.
La Percepción sería la resultante de focalizar la atención en un estímulo concreto y examinarlo en sus detalles. Puede trabajarse con diferentes ejerciios centrados en nuestros sentidos: focalización sensorial (gusto, olor, tacto, oído, vista), interrogando sobre las características, por ejemplo, de objetos extraídos con los ojos vendados de una caja. Se debe tener en cuenta que la agnosia del paciente, o el no reconocimiento de los objetos y su función dificultará la tarea y creará frustración.
La orientación se afecta precozmente en cualquier demencia, siendo en la Enfermedad de Alzheimer, algo característico de la primera fase en casi todos los sujetos.
La capacidad para saber dónde estamos, quienes somos y el momento temporal en el que nos encontramos, es algo que de fallar crea en la persona una sensación de confusión y pérdida importantes. Démonos cuenta de lo frágil que resulta esta facultad que puede incluso fallarnos a nosotros cuando encontrándonos de vacaciones o en activo pero con gran estrés y, tras perder las referencias temporales externas nos cuesta gran trabajo saber si es lunes o miércoles, 23 o 27 de agosto…
En las fases iniciales de la Enfermedad de Alzheimer, se da con frecuencia este síntoma, cuando aún es consciente de si mismo y de la situación. Ello, debe hacernos tener en cuenta, que interrogar reiterativamente sobre fechas o lugares, además de no servir a nuestros fines, creará sentimientos depresivos y ansiógenos en el enfermo.
En la orientación temporal, mejor que preguntarle sobre fechas o repetírselas de forma constante, resulta más positivo crearle nuevas referencias temporales que junto con ayudas visuales le ayudarán a orientarse. Saber que hoy es Martes por que además de acudir a nuestras aulas de estimulación los Martes y los Jueves, los Martes realizamos determinada actividad, junto con los cárteles que hemos colocado en nuestra sala y los calendarios grandes y marcados que se encuentran en su domicilio, van a ayudar a mantener y estimular esta función en fases iniciales.
La orientación espacial, suele resultar deteriorada algo más tardíamente que la temporal. Saber en donde se encuentran, reconocer y recordar su casa, el camino para llegar a recorridos habituales, etc., es una función que con seguridad se deteriorará en la Enfermedad de Alzheimer, en la fase intermedia o moderada. Reforzarla con diferentes ejercicios para mantener esta capacidad, beneficiará al enfermo.
Ejercicios sobre planos grandes, con no demasiados detalles de su barrio o población, planos de su propia casa, recorridos de carreteras o planos de trasporte para llegar a destinos habituales (casa de hijos, 2ª residencia, casa vacaciones, centro de compras u ocio…). Ayudan a mantener más tiempo esta capacidad.
La orientación personal es una mezcla de memoria y orientación, recordar y saber quién eres, en un momento dado, respecto al ambiente que nos rodea. Implica preguntas: ¿quién soy? ¿cómo soy? ¿qué hago aquí? No es una facultad de orientación, es la orientación más el resultado de su correcto funcionamiento. Repaso de la biografía de uno, de sus familiares, trabajos, amigos, lugares de interés, profesiones, aficiones, etc. Crear un álbum o cuaderno biográfico, ilustrado con fotos, ayuda a conservar la orientación personal.